No sé por qué…..
Lo que yo recuerdo; mi madre siempre diciéndome, SARA OTRA VEZ CON LA CÁMARA!!, mi padre: NO ME HAGAS FOTOS!!. Mi hermana mayor... si ese día tocaba hablarnos, se disfrazaba y ponía caras raras mientras yo le hacía fotos.
Mi ansia de ver las fotos creo que me hacía hacer fotos sin parar para ir corriendo a revelarlas. Cortaba pies, encuadraba fatal, ojos cerrados… pero todo daba igual!! Con tal de tener un recuerdo de ese momento, un momento cualquiera.
Pasó el tiempo y fui coleccionando cientos y cientos de fotos que hoy día están guardadas en un desván de la casa del pueblo de mi cuñado. Mi casa es tan pequeña y tengo tantos “trastos” de mi profesión actual que no puedo tenerlas conmigo.
Siempre he llevado una cámara conmigo pero nunca pensé en trabajar como fotógrafa. Disfrutaba tanto con ello que jamás podría haber pensado que iba a ser mi destino.
A los 28 años invertí todos mis ahorros para estudiar los conocimientos que me faltaban y a los 3 meses de estar estudiando, ya estaba ganándome la vida con mi cámara.
Pero antes de tomar la decisión había algo que me hacía dudar de emprenderla que a día de hoy sigue perturbando mi mente; es mi dualismo. Mitad de mi piensa que no me gusta capturar los momentos para convertirlos en recuerdos, ya que la belleza de los momentos radica en que pasan y no son perennes. Y mi otra mitad piensa que es maravilloso poder tener siempre una mirada, una sonrisa, UNA lágrima...
Fue tan rápido el crecimiento de mi carrera, que al final decidí crear una empresa con una amiga. Duramos poco porque nuestros destinos tomaron rumbos diferentes y yo decidí quedarme embarazada de mi pequeño gran Noah.
El mismo día que la cerramos, cree otra con mi pareja, estando yo embaraza de 7 meses y medio. Ha sido muy duro pero es tanto amor el que siento por mi trabajo, que me aporta más que me quita.